CÓMO LOS BAILES SOCIALES CONQUISTARON TODAS LAS CLASES
Desde los barrios de Buenos Aires hasta los salones de Viena, los bailes sociales han unido culturas, generaciones y clases
Desde los barrios de Buenos Aires hasta los salones de Viena, los bailes sociales han unido culturas, generaciones y clases
CÓMO LOS BAILES SOCIALES CONQUISTARON TODAS LAS CLASES
Desde los barrios de Buenos Aires hasta los salones de Viena, los bailes sociales han unido culturas, generaciones y clases. Vals, tango, foxtrot o cha-cha-chá, todos tienen una historia que contar y una comunidad que los mantiene vivos.
La pista de baile ha sido mucho más que un lugar para mover el cuerpo: es un espacio de encuentro, de libertad creativa, de intercambio social y cultural. A lo largo de los siglos, ritmos populares y movimientos audaces han viajado desde las calles hasta los escenarios más elegantes, demostrando que el baile es un lenguaje común capaz de romper barreras.
Vals - Del pueblo a los palacios, girando en libertad
Aunque hoy el vals se asocia con sofisticación, nació en el siglo XVIII entre campesinos y artesanos de Austria y Alemania. El término walzen, que significa “girar”, alude a la sensación vertiginosa de este baile que, en su momento, escandalizó a la alta sociedad por permitir contacto físico entre los bailarines.
Su estructura de ¾, con figuras como el chassé o la "persecución", pronto conquistó a los aristócratas que lo vieron bailar en fiestas populares. El vals transformó el espacio social del baile: permitió que extraños compartieran una danza íntima, improvisada y fluida. A medida que los salones se hicieron más públicos y accesibles, también lo hizo el vals, simbolizando una nueva forma de romanticismo democrático. Para la historiadora Ruth Katz, representaba un “escape” hacia un mundo privado de sensualidad y conexión, un pequeño acto de rebeldía envuelto en elegancia.
Foxtrot - Ritmo, medios y glamour en movimiento
En el cambio de siglo, el baile se convirtió en una verdadera fiebre social en las ciudades de Europa y América. En Estados Unidos, los “bailes de animales” como el Turkey Trot o el Bunny Hug abrieron el camino a nuevas formas de expresión, muchas nacidas del ragtime, un ritmo sincopado profundamente ligado a la creatividad afroamericana.
De este ambiente emergió el foxtrot, un baile fluido con pasos “lento-lento-rápido-rápido”, ideal para deslizarse por grandes pistas. Se hizo mundialmente famoso gracias a Irene y Vernon Castle, una pareja que lo refinó con pasos elegantes y lo llevó al cine, la prensa y los escenarios. Su popularidad fue tan grande que incluso después de la muerte de Vernon, el foxtrot se mantuvo como un clásico del repertorio social y competitivo.
Tango - Pasión, resistencia y cruce de mundos
En Argentina, el tango emergió hacia 1880 en barrios pobres como una mezcla de danzas africanas y europeas. Nació en los patios y conventillos de Buenos Aires. Fue un producto híbrido, una mezcla de inmigrantes europeos, descendientes de africanos y criollos que, en la periferia de la ciudad, crearon una danza tan íntima como provocadora. Con una estructura dramática y una conexión cerrada entre las parejas, el tango rápidamente generó controversia y fascinación. Aunque en Argentina a menudo lo bailaban hombres entre sí, a veces como práctica, otras como expresión de una masculinidad alternativa, fue en París donde el tango se volvió una moda. De ahí saltó a Londres, Nueva York y finalmente a Hollywood, donde estrellas como Rudolph Valentino lo inmortalizaron en la gran pantalla. Su carga emocional, su intensidad coreográfica y su historia de mezcla lo convirtieron en un símbolo cultural sin fronteras.
Lindy Hop - Swing, comunidad y espíritu libre
Hollywood ofrecía a los espectadores la oportunidad de ver a bailarines profesionales como Fred Astaire y Ginger Rogers interpretando versiones refinadas y glamurosas de bailes sociales. Pero los bailarines amateurs no sólo se inspiraron en la gran pantalla: la cultura negra influyó profundamente en los bailes de salón estadounidenses y dio origen a uno de los estilos de baile más famosos del siglo XX, el Lindy Hop.
Este alegre estilo de baile nació de otra moda de baile, el maratón de baile. En las décadas de 1920 y 30, en pleno auge del jazz, los maratones de baile se convirtieron en una forma de entretenimiento y supervivencia durante la Gran Depresión. Fue en ese contexto, en Harlem, donde George "Shorty" Snowden y Mattie Purnell improvisaron una secuencia nueva para disimular un error. Así nació el Lindy Hop, nombrado en honor a Charles Lindbergh y conocido también como jitterbug.
Aunque el swing perdió popularidad tras la Segunda Guerra Mundial, el Lindy Hop sobrevivió en comunidades afroamericanas y fue redescubierto en los años 90, cuando una nueva generación lo abrazó como una forma de celebrar la historia y la diversidad cultural del baile.
Cha-cha-chá - Sabor caribeño que sigue vivo
En los años 50, los ritmos cubanos empezaron a marcar la pauta en las pistas de Estados Unidos. Enrique Jorrín, violinista y compositor, experimentó con el danzón, un baile tradicional cubano, añadiéndole un nuevo patrón rítmico en su parte final. El resultado fue una danza chispeante en la que los pies de los bailarines parecían imitar el sonido “cha-cha-chá”.
El éxito fue inmediato, y el nuevo estilo cruzó fronteras rápidamente, dejando una huella duradera en la música y en el baile social. Aunque ya no domina las pistas como en su apogeo, el cha-cha-chá aún vibra en salones, competencias y clubes latinos, manteniéndose vivo gracias a su accesibilidad, su alegría y la comunidad migrante que lo difundió por el mundo.
En los años 50, bailes cubanos como el mambo y la rumba ganaron popularidad en las pistas de baile estadounidenses, y a principios de la década Jorrín se inspiró en una forma musical más antigua, el danzón, que se bailaba a un ritmo de 2/4 y se basaba en influencias afrocaribeñas.
La forma de baile en tres partes que surgió de la música del danzón se convertiría en la danza oficial de Cuba. Pero Jorrín lo convirtió en algo nuevo cuando añadió un nuevo ritmo a la parte final del baile en algunas actuaciones de finales de los años 40. Como resultado, los pies de los bailarines se arrastraban por el suelo en un enérgico paso triple, un patrón que el líder de la banda llamó "cha-cha-cha". Este movimiento, también conocido como cha-cha, generó una nueva moda tanto para la música como para el baile. Aunque la popularidad de muchos bailes antiguos ha disminuido, el cha-cha-chá sigue vivo...