EL ESTADO APUESTA A LOS CABALLOS ESTE CLÁSICO 29 DE JULLIO
Se corre en Monterrico como parte del decorado oficial de Fiestas Patrias, entre ministros, embajadores y brindis protocolares
Se corre en Monterrico como parte del decorado oficial de Fiestas Patrias, entre ministros, embajadores y brindis protocolares
EL ESTADO APUESTA A LOS CABALLOS ESTE CLÁSICO 29 DE JULLIO
Se corre en Monterrico como parte del decorado oficial de Fiestas Patrias, entre ministros, embajadores y brindis protocolares. La otra patria no corre, tropieza sin justicia y sin rumbo.
El 29 de julio no solo será otra jornada de discursos vacíos, desfiles forzados y banderas izadas por costumbre. También será el día en que se corre el llamado “Gran Clásico Independencia” en el Hipódromo de Monterrico, una cita hípica que se vende como tradición nacional, pero que no escapa al espectáculo montado para distraer a una ciudadanía agobiada por la crisis, la desigualdad y la descomposición política. Mientras el país se desangra en conflictos, abandono del Estado y descontento social, hay quienes siguen apostando –literal y simbólicamente– a los caballos.
Organizado por el Jockey Club del Perú, el evento convoca a jinetes, caballos de alto rendimiento, entrenadores, empresarios, funcionarios y figuras de un país oficial que se sacude la caspa solo para posar en las tribunas. Es parte de la agenda protocolar del Estado, con presencia asegurada de ministros, embajadores y representantes diplomáticos. Todos elegantemente vestidos, aplaudiendo con entusiasmo, mientras el otro Perú –el del hambre, la informalidad, la desnutrición y la falta de agua– apenas sobrevive sin mirar al hipódromo.
Danilo Chávez, presidente del Jockey Club, asegura que se trata de una “celebración nacional que nos conecta con la identidad peruana”. Pero, ¿qué identidad? ¿La de un país que celebra con copas de champagne y carreras de caballos mientras cientos de distritos carecen de servicios básicos? ¿O la de una república atrapada entre el espectáculo y la miseria, donde las fiestas patrias se han vuelto una cortina de humo institucional?
La Boluarte, ausente cuando el pueblo clama, pero siempre presente cuando hay cámaras o actos oficiales, volverá a izar la bandera mientras se zafa de los escándalos y las investigaciones, convertida en símbolo de ese Estado que se zurra en los sinsabores ciudadanos. El Clásico Independencia, en este contexto, se alza como una metáfora perfecta: un país que corre en círculos, con apuestas sobre qué caballo llega primero, mientras nadie se detiene a ver quién quedó atrás en el camino.
El evento será de ingreso gratuito, se anuncia, como si bastara con abrir las puertas del hipódromo para reconciliar al país con su herida abierta. Sí, habrá comida, música, apuestas y emoción. Pero también habrá olvido, desconexión y una incómoda certeza: que, una vez más, las fiestas patrias han sido cooptadas por los mismos de siempre para celebrar lo que ya no somos. Pan y Circo.