MINERÍA Y AGRICULTURA EN ARMONÍA. CIEMSA Y LAS COMUNIDADES ANDINAS SIEMBRAN FUTURO EN OCUVIRI
En el altiplano puneño, la minera CIEMSA lidera un innovador proyecto agropecuario junto a comunidades campesinas y universidades nacionales.
En el altiplano puneño, la minera CIEMSA lidera un innovador proyecto agropecuario junto a comunidades campesinas y universidades nacionales.
En el altiplano puneño, la minera CIEMSA lidera un innovador proyecto agropecuario junto a comunidades campesinas y universidades nacionales, demostrando que minería y agricultura pueden convivir armónicamente. La experiencia se convierte en un modelo de desarrollo sostenible que mejora la calidad de vida rural, optimiza la ganadería y refuerza la institucionalidad comunal.
En el corazón del altiplano puneño, donde la altitud y el clima extremo imponen condiciones difíciles para cualquier actividad productiva, una experiencia piloto ha comenzado a transformar el paisaje y las expectativas de decenas de familias campesinas. En Ocuviri, distrito de la provincia de Lampa, un proyecto minero ha echado raíces en la tierra... pero no para extraer metales, sino para sembrar forraje. Se trata de una iniciativa pionera impulsada por la Compañía Minera CIEMSA, que demuestra cómo es posible integrar minería y agricultura en una estrategia de desarrollo territorial sostenible.Detrás de este modelo se encuentra el ingeniero Luis Palacios, quien desde hace décadas ha sostenido una visión clara: minería y agricultura no deben ser enemigos, sino aliados estratégicos. Su inspiración proviene de una experiencia siendo aún joven profesional, cuando vio pastizales extraordinarios en Umachiri, resultado de un proyecto de cooperación con Holanda. Aquel intento quedó truncado por un golpe de Estado en los años 60, pero dejó en él la semilla de una convicción: los suelos altoandinos, con la tecnología adecuada, pueden producir más de lo que se cree.Después de años de intentos fallidos para implementar esa visión, primero con agricultores individuales, luego con universidades regionales, finalmente CIEMSA ha logrado articular un proyecto sólido en alianza con la Universidad Nacional Agraria La Molina, referente nacional en investigación agrícola.En su primera fase, el proyecto consistió en instalar parcelas demostrativas con ocho variedades de semillas, evaluando su adaptación a la altitud, al clima y al suelo. La avena forrajera INIA 901 Mantaro asociada con vicia (una leguminosa que mejora el contenido proteico del forraje y enriquece el suelo con nitrógeno) dio los mejores resultados.Este experimento no fue un simple ensayo técnico, sino el punto de partida de un programa agrícola mucho más ambicioso: 43 módulos productivos en seis comunidades campesinas, sumando más de 21 hectáreas cultivadas, acompañadas de un riguroso componente de capacitación y asistencia técnica.CIEMSA ha asumido íntegramente el financiamiento del proyecto, que supera los 50 mil soles en su fase inicial: semillas certificadas, análisis de suelos, contratación de especialistas, adquisición de herramientas, fertilizantes, logística y soporte continuo a los productores. Este esfuerzo forma parte de su programa de responsabilidad social, pero va más allá de lo asistencial, es un modelo replicable de reconversión productiva con enfoque de sostenibilidad.Por su parte, las comunidades han respondido con una participación activa y comprometida. Los campesinos aportan el terreno, la mano de obra, el riego y el abono orgánico (estiércol de ganado), además de participar en todas las jornadas de capacitación que ofrece el equipo técnico. Esta corresponsabilidad ha sido clave para el éxito del proyecto.Una de las principales novedades del proyecto es su enfoque formativo. No se trata solo de sembrar, sino de cambiar paradigmas productivos. Para ello, se han diseñado talleres por módulos técnicos: preparación del terreno, análisis de suelos, siembra tecnificada, uso racional de fertilizantes, control de malezas, prácticas de ensilado y henificado, y conservación de forrajes.La capacitación, basada en la metodología CEFE, prioriza el aprendizaje vivencial y el trabajo en equipo. Los participantes no solo adquieren conocimientos, sino que reflexionan sobre sus propias prácticas, comparten experiencias y desarrollan capacidades empresariales. Ya se han capacitado más de 120 personas entre productores, jóvenes y líderes comunales. El impacto no se limita al ámbito agrícola. El proyecto también fortalece la organización comunal, fomenta el liderazgo juvenil y femenino, y promueve un modelo de desarrollo integral que articula universidad, empresa y comunidad. La participación de la Universidad Nacional Agraria La Molina garantiza calidad técnica, credibilidad y continuidad académica."Estamos sembrando pastos, pero también estamos sembrando confianza", afirma Luis Palacios. "Cuando una comunidad ve que su trabajo da frutos, que puede alimentar mejor a su ganado y que sus hijos pueden heredar una tierra más productiva, todo cambia".
UN TERRITORIO EN TRANSFORMACIÓN
"21 hectáreas de pastos distribuidas en seis comunidades"
Uno de los principales objetivos del proyecto es mejorar la dieta del ganado, permitiendo así un incremento en la producción de leche, carne, lana o fibra. En promedio, un animal bien alimentado con pastos cultivados puede aumentar su producción de leche en 25% y duplicar su ganancia de peso en época seca. Esto se traduce en más ingresos, mejor calidad de vida y menos migración estacional.La industria minera necesita del éxito de proyectos como el que asume CIEMSA. Podemos imaginar que cada Empresa Minera que opera en alturas ampliará su frontera agrícola. Las estancias aisladas que hoy siembran sólo en algunos rincones aislados acrecentarán sin duda, sus cosechas cambiando totalmente su economía y estarán buscando que la actividad minera abunde para obtener el beneficio. Esto generará una nueva dinámica rural donde la minería y la agricultura se potenciarán mutuamente. Un cambio que impulsará una transformación territorial donde el crecimiento agrícola se convierta en un aliado estratégico de la minería. Se abrirán nuevas oportunidades para el desarrollo local.La experiencia de CIEMSA en Ocuviri lanza un mensaje poderoso: es posible que la minería contribuya a dinamizar otras actividades económicas si se rompe la lógica extractivista y se apuesta por la diversificación productiva. La clave está en el respeto al territorio, el diálogo intercultural y la articulación técnica entre los actores.No es casualidad que este proyecto se haya desarrollado en uno de los distritos más pobres del Perú. Justamente allí donde el Estado llega de forma débil, una alianza virtuosa entre universidad, comunidad y empresa puede generar transformaciones profundas. Si este modelo se replica en otras zonas altoandinas, el impacto podría ser enorme.